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El “último recurso” para acabar con el gobierno venezolano en El País: el golpe de estado

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De regreso a España tras mi primer viaje y estancia por un par de semanas en Cuba, reviso la edición de El País del lunes 25 de febrero para encontrarme -así de sopetón- con un texto sobre uno de los temas más recurrentes: Venezuela, o mejor dicho, “el chavismo” y cómo un “golpe de Estado” es considerado por un opinador de El País como un recurso legítimo para que la oposición venezolana alcance el poder. “El último recurso” dice Joaquín Villalobos (*), pero una opción factible para este articulista de El País. Leo el periódico ya en el avión, después de dos conversaciones casi calcadas con dos cubanos que me abordaron en la Habana para tratar de convencerme de las maldades del socialismo. Similares argumentos los de un tipo que se me acercó en un parquecito al final del Malecón hace cuatro días y otro unas horas antes de tomar el taxi para el aeropuerto, en la turística Plaza de Armas. Hablaban -por ejemplo- del nefasto PIB (**) de Cuba, a lo cual les respondía que el medidor adecuado es el IDH, por poner un ejemplo, y que Cuba se situaba en 2011 en el puesto 51 del mundo por delante de Arabia Saudí (56), México (57), Brasil (84) o Colombia (87). Saltaban de un asunto a otro en el momento en que veían que les respondía con cifras o comparaciones con la situación en España, como en el caso de la prostitución, al indicarles que aquí existen lugares donde se retienen pasaportes a chicas a las que se obliga a consumir drogas para lograr su dependencia. En Cuba se consigue dinero con el sexo, pero no hay esclavas sexuales como en mi país, les dije. Y nada alegaban ya al respecto. Me hablan de la emigración a los EEUU, pero sin hacer referencia a la ley de ajuste. Se la cito y les pregunto qué pasaría si EEUU se ubicase en Marruecos y se aplicase una ley similar y exclusiva para España. ¿Cuántos españoles cruzaríamos el estrecho? A otro tema… Resultaba extraño cómo se repetían las mismas frases en ambos discursos y cómo me dedicaron más de una hora de conversación rematada en las dos ocasiones con un “los cubanos no podemos hablar con los extranjeros, está prohibido aunque no se diga en público”.

Pero volvamos al texto al que me refería: “El chavismo llegó para quedarse” (1). Dice así el escandaloso fragmento, que va de lo simplón y reduccionista -“al igual que las cóleras de los cubanos de la Florida le dieron más de medio siglo de vida política a Fidel, la fortaleza del fenómeno político de Chávez es consecuencia de los errores de la oposición”- hasta, como decía, la utilización del golpismo como un opción válida para la oposición derechista en la que el autor sólo se lamenta del orden “invertido” de la estrategia opositora;

(…) Usaron primero el último recurso, el golpe de Estado, para luego caminar en una estrategia invertida que del golpe regresó a las elecciones, pasando por huelga, protestas, referendo, denuncias de fraude y retiro de las elecciones, para luego regresar a estas ya diezmados (…)”.

Igualmente, Villalobos lamenta la pérdida de “los espacios de poder e influencia” de la oposición en “las Fuerzas Armadas” para concluir que “la muerte del caudillo fortalecerá al movimiento y al régimen”. Fantasea con la muerte de Chávez pero insiste que en ese escenario “lo más probable es que los militares se moverán entre la indiferencia y la defensa de un régimen que los beneficia”. El lector de El País podría preguntarse por qué se supone que los militares habrían de jugar en una democracia algún papel a la muerte de un presidente del gobierno.

Aunque claro, si leemos la infame columna que Andrés Oppenheimer dedica el mismo lunes a la reválida de Rafael Correa en Ecuador -”Una victoria arrolladora” (es el título)- (2) con fragmentos incluidos de su entrevista al ex-presidente ecuatoriano Osvaldo Hurtado, la cosa está clara: cualquier país socialista en Latinoamérica es una “Dictadura del siglo XXI”. La chavacanería que comparten periodista y entrevistado les lleva a repetir el guión de lo que El País siempre publica sobre los resultados electorales en las democracias socialistas latinoamericanas: las victorias nunca son fruto de méritos propios, sino de errores de la oposición o coyunturas económicas ajenas a estos gobiernos, “dictaduras” según el discurso de Hurtado aplaudido por Oppenheimer.

En el texto se destaca un rótulo a mayor tamaño en el que se asegura que “Correa ganó en Ecuador porque impuso reglas electorales hechas a su gusto y medida”, pero no se explican en ningún momento cuáles fueron esas “reglas” y cómo deberían influir para un efectivamente arrollador porcentaje del 57% de votos. Se dice que “de hecho, la pobreza había disminuido mucho más antes de asumir Correa, que después de asumir Correa”, pero la pobreza, según los datos oficiales de CEPAL (ONU), se redujo en Ecuador del del 37.1% al 32.4% sólo durante el  año 2012. Nunca había disminuido tanto en un margen de tiempo tan reducido.

Se remata el panfleto equiparando las dictaduras como las de Chile, Brasil o Argentina, las dictaduras “de derecha”, con las democracias socialistas a las que llama “dictaduras de izquierda”;

Desgraciadamente la OEA no se ha pronunciado y utiliza un doble parámetro: uno para las dictaduras de derecha y otro para las de izquierda”.

La burda equiparación de Hurtado la remata el columnista de El País;

Mi opinión: como alguien que siempre se opuso a las dictaduras de derecha e izquierda, estoy de acuerdo con Hurtado en que hay un doble estándar, y que la OEA está haciendo la vista gorda a las autocracias de izquierda”.

Y la perla sigue, pero no haré perder más tiempo al lector con la cansina cantinela de El País.

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(*) Según el diario, “fue guerrillero salvadoreño y es consultor para la resolución de conflictos internacionales”.

(**) El PIB puede incrementarse por catástrofes naturales como terremotos o incendios forestales, o epidemias, por la reconstrucción posterior de edificios, el aprovechamiento de madera o la producción de medicinas. Las mejoras en la educación o la salud no son contempladas en el PIB pero sí en el IDH de la ONU.

(1) http://elpais.com/elpais/2013/02/23/opinion/1361648686_516449.html

(2) http://internacional.elpais.com/internacional/2013/02/24/actualidad/1361726467_134770.html


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